La Bailarina del Futuro. De Isadora Duncan A Joséphine Baker

Exposición

Título La Bailarina del Futuro. De Isadora Duncan A Joséphine Baker

Un proyecto expositivo que nos sumerge en las figuras revolucionarias de la danza moderna a través de siete coreógrafas y bailarinas: Isadora Duncan, Loïe Fuller, Joséphine Baker, Tórtola Valencia, Mary Wigman, Martha Graham y Doris Humphrey. La muestra reivindica el papel de estas pioneras históricas que creyeron en la necesidad de crear nuevas formas de expresión y de liberar el cuerpo femenino enfrentándose a las convenciones sociales y al rígido canon del ballet romántico.

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Siete mujeres bailarinas y coreógrafas del siglo XX apostaron por la libertad del movimiento corporal con nuevas formas de expresión. Isadora Duncan, Loïe Fuller, Joséphine Baker, Tórtola Valencia, Mary Wigman, Martha Graham y Doris Humphrey sentaron las bases de la danza moderna gracias a su creatividad, su revolucionaria puesta en escena y su estilo de vida transgresor.

Espacio Fundación Telefónica Ecuador presenta “La bailarina del futuro. De Isadora Duncan a Joséphine Baker, del 20 de julio al 22 de septiembre de 2018. Un nuevo proyecto expositivo que se basa en el deseo de presentar la modernidad a través de figuras que contribuyeron a su invención. Una exposición que reivindica el papel de estas mujeres pioneras y presenta la danza del cambio de siglo como una forma de arte nuevo.

La muestra, curada por María Santoyo y Miguel Ángel Delgado, ha contado para la elaboración de los contenidos con el asesoramiento de la Doctora en Filosofía por la UCM y experta en teoría de la danza Ibis Albizu y con la participación de la bailarina profesional Agnès López Río, que recrea a lo largo de la muestra los movimientos más conocidos de estas bailarinas a través de una experiencia audiovisual envolvente.

A través de recursos museográficos tradicionales e instalaciones audiovisuales de carácter escenográfico, el proyecto expositivo presenta siete espacios experienciales que corresponden a estas siete figuras, partiendo de Isadora Duncan, la precursora e iniciadora de esta revolución en el mundo de la danza.

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Las bailarinas

Isadora Duncan

“Sí podría decir lo que siento, no valdría la pena bailarlo”. I. Duncan

Isadora Duncan (San Francisco, EE.UU, 1877 – Niza, Francia, 1927). Pionera y visionaria; la primera en cuestionar el ballet clásico. Su creatividad, su revolucionaria puesta en escena y su estilo de vida causaron un profundo impacto en sus contemporáneos.

Fue la inspiradora del resto de protagonistas de la muestra, un mito que impulsó la posterior formulación de la danza como un lenguaje específico de vanguardia. Duncan contrapuso un movimiento sinuoso, fluido, orgánico y libre a la estructura geométrica del ballet y rechazó así la verticalidad y el encorsetamiento. Sus fuentes de inspiración fueron el oleaje marino, que recreó en los escenarios, y las figuras de las cerámicas griegas. De ellas, tomó algunas de sus fórmulas más revolucionarias: los pies descalzos, las túnicas, el fondo neutro y las poses extáticas de las danzas dionisíacas. Otros de sus referentes fueron también la poesía de Walt Whitman o la pintura de Sandro Botticelli. Aunque apenas hay registros gráficos o audiovisuales de su danza, su icónica forma de bailar quedó recogida en escritos, reseñas, críticas teatrales, representaciones de artistas plásticos y a través de sus discípulas, las Isadorables. La exposición recoge además una selección de una secuencia de acuarelas del pintor modernista americano Abraham Walkowitz que representan los movimientos de baile de Duncan.

Loïe Fuller, Tórtola Valencia y Joséphine Baker

Representantes del ambiente libre de la escena popular: Loïe Fuller, Tórtola Valencia y Joséphine Baker. Bailarinas de enorme popularidad en su época, que sacudieron clichés y rompieron tabúes sexuales con bailes como el cabaré o el charleston, y que llegaron a influir en los ambientes más académicos.

“He compuesto algo nuevo, algo compuesto de luz, color, música y danza; sobre todo de luz y danza”. L. Fuller

La danza de Loïe Fuller (Fullersburg, EE.UU, 1862 – París, Francia, 1928) se vio influenciada por las leyes de la refracción de la luz y todo tipo de luminiscencia. En una visita a la Catedral de Notre Dame de París quedó embelesada por los colores que las vidrieras efectuaban sobre su vestido. Así empezó su interés por comprender las leyes de la ciencia y su relación con destacados científicos como Camille Flammarion o el matrimonio Curie. Sus hallazgos fueron aplicados en espectáculos en los que usaba la luz eléctrica de una forma nunca vista antes. Tenía como sobrenombre “el hada eléctrica”.

“… he amado y creído en el arte y la idea universal de hermandad, tanto, que he puesto todo lo que tengo en ello y he sido bendecida”. J. Baker

Joséphine Baker (San Luis, EE.UU, 1906 – Paris, Francia, 1975), la reina del charleston o también conocida como la “Venus de Bronce”, revolucionó el mundo de la danza en los años 20 con una danza salvaje, basada en saltos enérgicos atrevidos, mímica, torso desnudo y contorsiones violentas. En febrero de 1930, debutó en Madrid en el desaparecido teatro Gran Metropolitano. En la misma época en que la española Tórtola Valencia (Sevilla, 1882 – Barcelona, 1955) embrujaba al público con el exotismo de la danza oriental que empezaba a imperar en los teatros cultos y populares de Europa y Estados Unidos. Los bailes de ambas se reflejan en la muestra con carteles originales de sus espectáculos, recortes de prensa, fotografías e indumentaria que usaban en sus representaciones.

Expresionismo: Mary Wigman

“El arte es la comunicación del hombre a la humanidad en un lenguaje por encima de lo cotidiano”. M. Wigman

La alemana Mary Wigman (Hannover, Alemania, 1886 – Berlín, 1973) protagoniza la relación entre la bailarina y coreógrafa con el expresionismo alemán y la máscara, símbolo de los temores de la sociedad europea de entreguerras.

Wigman creía en una danza total sin ataduras, en la que daba protagonismo además a la fuerza del movimiento de las manos y a la presencia del suelo. También dada su estrecha vinculación con el movimiento expresionista alemán “Die Brücke” era fácil ver en sus montajes la influencia entre las artes escénicas y la danza, sobre todo, en el diseño de vestuario, coreografías o escenografías.

Mary Wigman cubría su rostro para teñir su danza de misterio, brutalidad y expresión. En este aspecto, se vio fuertemente influida por el teatro Noh y Butoh japonés. El teatro Noh es una de las formas más antiguas de teatro en Japón, que data del siglo XIV, y sus tramas tratan el mundo de lo sobrenatural, lo que tiene como protagonistas a los dioses o figuras como espíritus y fantasmas, o personajes históricos y legendarios. La danza Butoh, por su parte, es una danza de gran expresividad que se nutre de la meditación y que intenta reflejar estados mentales. Sus coreografías están compuestas de movimientos lentos y a veces imperceptibles, ya que la verdadera actividad se realiza en la mente. Sin embargo, otras veces sorprende por lo grotesco de sus imágenes, de su estética «feísta» surgida de una ansiada libertad espiritual y corporal que huye de la belleza para reflejar los estados internos.

Martha Graham

“Tengo la creencia de que aprendemos a través de la práctica.

Signifique esto aprender a bailar practicando danza o aprender a vivir practicando la vida, los principios son los mismos”. M. Graham

La selección dedicada a Martha Graham (Pittsburgh, EE.UU, 1894 – Nueva York, 1991) destaca su papel como creadora de un lenguaje coreográfico autónomo, capaz de comunicar toda pasión esencial y que sigue vigente en la educación de cualquier bailarín contemporáneo.

Su método sitúa el centro del cuerpo en el plexo solar y está basado en la contracción y expansión del movimiento pélvico. Cada gesto de sus coreografías tiene un significado preciso que apela a las emociones, cargado de teatralidad, introspección y solemnidad. Graham creía que la danza era el método idóneo para la expresión de los arquetipos, término acuñado por el psicoanalista Gustav Jung para aludir a imágenes y temas que forman parte del subconsciente de la humanidad y que sirven para alimentar las leyendas y mitos de las culturas. Graham fue la más intelectual y la que tuvo más influencia en la siguiente generación.

Doris Humphrey

“Se puede considerar que todo movimiento es una serie de caídas y recuperaciones…”. D. Humphrey

El último apartado lo protagoniza la coreógrafa Doris Humphrey (Oak Park, EE.UU, 1895 – Nueva York, 1958), revolucionaria por acabar con la verticalidad en la danza y por apostar por la gravidez, puso el valor a la atracción del cuerpo del bailarín hacia la tierra.

Humphrey es la primera en romper con la estructura jerárquica y piramidal de la prima ballerina e imponer movimientos basados en la horizontalidad del grupo.

Particularidades:

La exhibición cuenta con recursos museográficos tradicionales, instalaciones audiovisuales de carácter escenográfico y aplicaciones tecnológicas como Realidad Aumentada, Realidad Virtual, Mapping y un holograma. Estos elementos experienciales corresponden a las siete figuras protagonistas de la revolución en el mundo de la danza.