Los debates sobre la vigencia y eficacia del sistema educativo actual son cada vez más frecuentes. Existen muchas dudas y críticas de cómo dicho sistema actúa frente a las necesidades de un mundo que tiene como características el cambio constante y el acelerado desarrollo de la tecnología.
El escritor Alvin Toffler explica esta situación en su libro «El “shock” del futuro». En el texto, Toffler argumenta que esta crisis tiene que ver con una educación pensada en el industrialismo y añade que las sociedades adoptan actitudes hacia el pasado, el presente y el futuro, que influyen en los modelos de aprendizaje.
Por ejemplo, en el periodo en el que la agricultura era la actividad predominante, la transmisión del conocimiento se enfocó en el pasado, pues esa información era la que los niños necesitaban. Este rumbo cambió hacia el presente, con la Revolución Industrial; aquí la educación dio una nueva significación a los valores sociales y también al uso del tiempo; es así, que se estructuró un modelo de educación en masa, con cambios de horarios, señalados por timbres, y con una rígida organización de aprendizaje. Lo que lograba este sistema era anticipar e introducir a los niños a la sociedad industrial.
Connie Yowell, especialista en innovación educativa y CEO de Collective Shift, hace un acercamiento a este tema en su conferencia “El futuro del aprendizaje en la era digital”. Yowell menciona que el objetivo de la educación es preparar a los niños para que tengan un futuro productivo y que puedan participar en distintas actividades económicas. Además, sostiene que la formación actual todavía ofrece un aprendizaje que apunta a una economía de producción en masa, lo que contrasta con la realidad laboral del siglo XXI, la que se ha visto llena de cambios dramáticos por la influencia de la tecnología en todas sus actividades y escenarios.
Frente a este escenario, quienes están a cargo de la formación de niños y jóvenes se cuestionan cómo crear espacios innovadores que guíen a sus estudiantes para actuar en el futuro. Entre las posibilidades para crear una nueva cultura de aprendizaje, aparece la educación disruptiva como una opción que rompe con el modelo tradicional e incluye herramientas que los acercan al manejo de la tecnología y de la creatividad.
Un país que utiliza este modelo de educación es Finlandia. Destacada por su sistema de aprendizaje, esta nación aplica prácticas de educación disruptiva entre sus pilares de enseñanza; por ejemplo, la educación personalizada, dinámicas participativas e igualitarias y métodos alternativos de evaluación.
Otro caso, esta vez en educación superior, es el de la Universidad de Minerva en Estados Unidos. En esta institución, las clases en forma de charla magistral ya no se realizan, puesto que ven en los debates o trabajos prácticos más efectividad al momento de interiorizar conocimientos.
En Ecuador, para incentivar y crear una comunidad que transforme el sistema tradicional de aprendizaje, educadores, personalidades influyentes y el sector del gobierno se reunieron en el II Seminario Internacional de Educación Disruptiva con TIC. Este evento contó con la participación de la experta en revolución educativa María Acaso y el filósofo Alejandro Piscitelli.
Acaso mencionó que la educación todavía responde a las dinámicas del siglo XIX y que, para construir un nuevo camino, se debe iniciar una “rEDUvolution”. Según María, este cambio se apoya en cinco ejes que reflexionan sobre cómo vivimos el presente y que sirven a los centros educativos y a docentes para adaptarse a una realidad totalmente diferente a la industrial.
En conclusión, Acaso y muchos expertos afirman que al utilizar este método de aprendizaje, se preparan habilidades y competencias, como el juicio crítico, la resolución de conflictos, la creatividad y la capacidad para crear relaciones en un mundo que está sujeto al cambio y que necesita de la adaptación y la previsión del futuro para alcanzar el éxito.
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